martes, julio 08, 2008

Gettysburg

La floreciente nación estadounidense estaba a punto de quebrarse. Tras la esgrimida causa anti-esclavista se escondían diferentes razones económicas y sociales que habían llevado al Norte y al Sur por distintos caminos hasta una tensa confrontación que en poco tiempo estallaría en forma de guerra civil. Fue entonces cuando el presidente Abraham Lincoln ofreció a un virginiano la comandancia suprema de los ejércitos de la Unión. El laureado militar Robert E. Lee rechazó la oferta, y se declaró fiel a su querido estado de Virginia. Cuando éste optó por la secesión, Lee se convirtió en enemigo de la Unión. Así de cambiante es a veces el destino de los hombres. En un principio el general sirvió como asesor militar del presidente de los Estados Confederados Jefferson Davis, pero en 1862 tomó el mando de las fuerzas secesionistas en el frente del Este para la defensa de Richmond, la capital confederada.


En la primavera de 1863 Virginia, el amado estado de Lee, apenas se asemejaba a aquella bella y orgullosa tierra de antes de la guerra. Tres años de guerra en suelo virginiano habían devastado pueblos y granjas, mientras que los ciudadanos que otrora pelearan bajo una misma bandera se veían ahora entregados a una lucha fraticida. Sin embargo, a pesar de todo ese dolor y ese derramamiento de sangre, el militar Lee era por entonces optimista. Las perspectivas para él eran realmente ventajosas, y esperaba que en los próximos y decisivos meses las voces en la Unión que clamaban por la paz fueran finalmente oídas. La inminente campaña de Gettysburg prometía ser decisiva.

En septiembre de 1862 el general unionista George McClellan había logrado parar el avance de Lee en el norteño estado de Maryland. Sin embargo, su incapacidad para cortar la retirada del general sureño le valió ser sustituido por Ambrose Burnside, quién a su vez fue derrotado en Fredericksburg. En mayo de 1863 su sucesor, el general Joseph Hooker, era también vencido por las tropas de Lee. El buen olfato de Lincoln, para su desgracia, quedó demostrado: Robert E. Lee se estaba mostrando como el militar más capaz de toda la guerra.


Tras la muerte de uno de sus mejores generales y su mano derecha, Thomas “Stonewall” Jackson, Lee reorganiza su ejército, pasando de dos cuerpos a tres, bajo el mando de los teniente generales James Longstreet, Richard S. Ewell y A.P. Hill. Al mando de la caballería se encuentra J.E.B. Stuart, los “ojos y oídos” de Lee. En total unos 75.000 hombres estaban a su mando. Hooker y su Ejército del Potomac contaban con 90.000 hombres.


A principios de junio las fuerzas de Lee cruzan el río Rappahannock desde Fredericksburg. En su frente oriental se encuentra el gran río Potomac. Al otro lado se encuentran las grandes y preciosas perlas que pueden declinar la balanza a favor de la Confederación: Filadelfia, Baltimore, y sobretodo, la capital de la Unión, Washington D.C.

El 9 de junio una fuerza de caballería de la Unión en misión de reconocimiento se topa con la caballería del general Stuart. Tras una rápida refriega (que sin embargo fue la mayor batalla de caballería del conflicto) ambas partes se retiran sin que haya un claro vencedor. Una semana después el Segundo Cuerpo del general Ewell toma el fuerte de Winchester, capturando a tres mil hombres así como artillería y víveres. Tras tomar el fuerte de Martinsburg sus tropas cruzan el Potomac el día 15. Mientras Stuart se dedica a la rapiña de suministros unionistas a la par que el Segundo Cuerpo prosigue su avance hacia el norte, el 26 de junio una división sudista al mando de Jubal Anderson Early ocupa Gettysburg, una pequeña población de Pennsylvania cuya posición estratégica es vital, al ser una encrucijada de diez caminos o carreteras.

Para entonces las desavenencias entre el general Hooker y su superior Henry W. Halleck se saldan con la dimisión del primero, que es aceptada por Lincoln. Su sucesor será el general George G. Meade.


Mientras Meade trataba de ponerse al día sobre los planes que había dejado atrás Hooker y sobre la posición de Lee, éste, sin saberlo, se encontraba separado de la caballería de Stuart, quien en pos de las fuerzas unionistas se había desplazado hacia al Norte, perdiendo el contacto con Ewell y Lee. Incumpliendo su misión de ejercer labores de exploración y avisar de cualquier posible movimiento al general Lee, éste permaneció ignorante de que Meade había cruzado el Potomac y se encontraba tras los pasos del general de Virginia. Fue gracias a la labor de un espía que el sudista descubrió los movimientos de Meade. Para cuando pudo darse cuenta de la situación de sus fuerzas el tiempo apremiaba y su ejército estaba dividido. La mayor parte de sus tropas se encontraban al norte de Gettysburg, cerca del río Susquehanna. Inmediatamente Lee envío correos para que sus fuerzas se reagruparan en Cashtown o en Gettysburg, según dictaran las circunstancias. Poco a poco el Ejército de Virginia del Norte se va acercando a Cashtown. Las órdenes son evitar cualquier combate contra los unionistas hasta que todo el ejército esté reunido.


El 30 de junio casi todo el Tercer Cuerpo del general Hill se halla en Cashtown, salvo una de sus brigadas. Dicha brigada, al mando del general J. Johnston Pettigrew, se adentró en Gettysburg ya que había por allí una fábrica de botas (o así lo justificó Henry Heth, superior de Pettigrew). Durante su incursión Pettigrew avistó a la caballería de la Unión del general de brigada John Buford. Pettigrew informó a Heth y al general Hill sobre la presencia de la caballería unionista cerca de Gettysburg. Un suspicaz Hill, creyendo que seguramente se trataría de alguna milicia local unionista, envió una fuerza de reconocimiento de dos brigadas a Gettysburg en el amanecer de aquél fatídico 1 de julio de 1863.

Buford había ocupado unas estratégicas colinas al Oeste de Gettysburg para frenar a las tropas secesionistas mientras hacía tiempo para que llegara la infantería de la Unión al lugar. El ala izquierda del ejército de la Unión se estaba dirigiendo al lugar con dos cuerpos de infantería. Los primeros disparos en Gettysburg se produjeron en el encuentro entre las tropas desmontadas de Busford y las dos brigadas de Hill. Heth había desplegado dos brigadas de infantería (mandados por los generales de brigada James Archer y Joseph Davis) y un batallón de artillería. Dichas fuerzas pronto se unieron con el destacamento de caballería desmontado del coronel William Gamble. El armamento superior de los hombres de Gamble les permitía una mayor cadencia de disparos. Además, el tipo de carga del rifle, que abandonaba la carga por el cañón, permitía a los soldados cargar sin tener que abandonar la seguridad de sus posiciones. Aun así, los confederados empujaron a la caballería desmontada hacia el Este, tomando Herr Ridge. Fue por entonces cuando llegó una división unionista al mando de James S. Wadsworth. Era la avanzadilla del I Cuerpo.

Entre las 10 y las 11 la infantería intercambia disparos sin cesar. El general John F. Reynolds, comandante del I Cuerpo, cae abatido de su caballo mientras anima a sus tropas. Es sustituido por Abner Doubleday. En el ala derecha unionista el general Lysander Cutler hace frente a cuantiosas pérdidas, perdiendo casi la mitad de sus hombres en apenas media hora. Su situación se hace insostenible y Wadsworth ordena la retirada. Sus tropas se repliegan al otro lado de una línea ferroviaria inacabada, reagrupándose en una cresta conocida como Seminary Ridge. Hacia el sur, al otro lado del pico Chambersburg, la situación es la contraria. Una de las brigadas de Heth, la mandada por James Archer, es flanqueada mientras atacan colina arriba. Archer sería hecho prisionero durante el combate. Mientras, para aliviar la situación al norte, Doubleday envía un regimiento de reserva para estorbar el ataque de las fuerzas de Davis. Dicho ataque sorpresa puso a los hombres de Davis en desbandada.

Dos regimientos más se unieron al avance, saliendo en pos de los confederados que buscaban refugio a lo largo de la vía de tren. El ataque acabó degenerando en una lucha cuerpo a cuerpo donde las bayonetas se hundían en la carne del enemigo. Finalmente los confederados se rindieron, tras sufrir 500 bajas. Se hicieron cerca de 200 prisioneros.


Hacia el mediodía el campo de batalla se volvió bastante tranquilo. Las dos brigadas restantes de Hill hicieron acto de presencia, así como una división al mando de Dorsey Pender. Hasta el momento las fuerzas confederadas se habían llevado la peor parte.

En esos momentos Doubleday comienza a reorganizarse aprovechando la llegada del I Cuerpo de infantería. Integra al cuerpo de artillería del coronel Charles S. Wainwright y a dos brigadas de infantería comandadas por el general de brigada Thomas Rowley. Mientras el XI Cuerpo llega al campo de batalla desde el Sur, el general Oliver Howard toma el mando de las fuerzas unionistas en sustitución del fallecido Reynolds. El nuevo comandante envió mensajeros para que recabara refuerzos del III y el XII Cuerpos de infantería. La primera división que llegó, al mando del general Carl Schurz, fue enviada al Norte, a Oak Hill, en el ala derecha del I Cuerpo. Otras dos divisiones fueron dispuestas a la derecha de las fuerzas de Schurz y en Cemetery Hill.


A comienzos de la tarde el general Rodes contempló como se iban disponiendo en el frente las fuerzas del general Howard, interpretándolo como los movimientos de un inminente ataque de la Unión. Ignorando la orden del general de Lee de no iniciar una confrontación directa con las fuerzas enemigas, Rodes lanzó a tres brigadas contra las alas izquierda y derecha del I Cuerpo unionista, sin éxito alguno. El ataque fue repelido. Una de las brigadas, al mando del general Alfred Iverson, cayó en una emboscada preparada por las veteranas tropas del general Baxter, causando más de 800 bajas a los confederados. Aquel lugar se conoce hoy como Iverson’s Pit. Cuando las brigadas de Baxter se quedaron sin munición, fueron sustituidas por una brigada del general Gabriel R. Paul. Rodes aprovechó ese momento para lanzar a dos brigadas de reserva. Paul y sus hombres lograron mantener la posición, aunque una bala dejó ciego de por vida al general de la Unión.


A las dos y media de la tarde el general Lee llega al campo de batalla. Con el ataque de Rodes ya en marcha, el veterano general confederado dio permiso a sus hombres para que retomaran la ofensiva que había comenzado por la mañana. Hill dispuso de nuevo la división del general Heth reforzada con dos brigadas, la de Carolina de Pettigrew y la de los virginianos de Brockenbrough. Las fuerzas de Pettigrew mantuvieron un terrible combate contra la veterana “Iron Brigade” unionista, que fue obligada a dejar el bosque donde se encontraba. Tras tratar de mantener posiciones en campo abierto la brigada unionista se retiró a un seminario cercano. El ala izquierda de la “Iron Brigade” fue aniquilada. Durante el ataque el general Heth recibió un tiro en la cabeza, pero logró sobrevivir gracias a unos papeles que había ocultado bajo el sombrero, pues éste le venía demasiado grande. Aunque salvó la vida, el general quedó inconsciente y fuera de servicio durante el resto de la batalla.

Mientras, el XI Cuerpo se encontraba en dificultades al tener que defender una extensa zona de cultivos al norte de la ciudad con tan sólo cuatro brigadas. Una de estas brigadas se posicionó demasiado al norte, creando un saliente en la línea de defensa cuyos flancos expuestos fueron atacados por tres brigadas confederadas al mando del general Jubal Early. Las dos brigadas de la Unión que defendían la zona hubieron de retirarse con fuertes pérdidas.

En el ínterin, en el ala izquierda del XI Cuerpo, una división al mando del general Schimmelfenig fue puesta bajo una severa lluvia artillera, coordinada con un ataque de infantería. Ante la confusa retirada de las fuerzas del Norte hacia la ciudad, el general Howard envió apoyo artillero y una brigada de reserva para apoyar a las tropas unionistas en retirada.

Entretanto en el seminario las fuerzas restantes de la “Iron Brigade” habían levantado de forma precipitada varios muros defensivos, apoyados por 20 piezas de artillería. Una división del general Hill al mando del general Dorsey Pender se lanzó contra las defensas, siendo diezmada por la artillería unionista. Desde el sur el coronel Abner M. Perrin se lanzó a caballo al mando de su brigada de Carolina del Sur contra las posiciones unionistas alrededor del seminario, sobreviviendo sin ningún rasguño a la carga. Las fuerzas de Perrin envolvieron las líneas unionistas, y cuando sus posiciones se volvieron indefendibles éstas se retiraron de la zona.


La serie de retiradas que llevaron a todo el frente unionista a retirarse hacia Cemetery Hill y la ciudad siguen siendo discutidas, y en su época las brigadas se echaron las culpas unas a otras de haber iniciado el desastre. Sea cual fuere el orden de sucesos, lo cierto es que al caer la noche las tropas de la Unión se hallaban luchando en la propia ciudad de Gettysburg, en medio de un caos de brigadas desorganizadas, refugiados y habitantes de la ciudad presas del pánico.

Varias horas antes, a mediodía el general Meade, a 14 kilómetros de Gettysburg, se enteró de la muerte de Reynolds. Envió a su mejor hombre, comandante del II Cuerpo, el general Winfield Scott Hancock, al campo de batalla para que se hiciera con el mando de las fuerzas unionistas. Las agotadas tropas que buscaron refugio en Cemetery Hill encontraron allí al militar de imponente presencia. Con órdenes de determinar si Gettysburg era un lugar apropiado para llevar a cabo una batalla de gran escala, Hancock se reunió con el general Howard, a quien el enviado de Meade declaró: “Ésta es la posición natural más fuerte sobre la que librar una batalla que haya visto nunca”. Howard estuvo de acuerdo. Gettysburg quedaba emplazada a ocupar su lugar en la historia.

Considerando que Cemetery Hill era desde luego un estupendo enclave defensivo para las fuerzas de la Unión, Lee envió una contradictoria orden al general Ewell, en la que le conminaba a tomar la colina si lo creía posible, pero disponía también no entrar en un gran combate hasta la llegada de las divisiones restantes del ejército. Ewell decidió esperar. ¿Se perdía así una gran oportunidad de sacar de su escondrijo a las fuerzas unionistas? ¿Hubiera de haber atacado Ewell en ese momento? Tras los acontecimientos en Gettysburg muchos especularon con la idea de qué habría pasado si el osado general Stonewall Jackson hubiera vivido lo bastante para dirigir esas fuerzas bajo el mando de Ewell. Pero Jackson no estaba allí, y el alba comenzaba a despuntar en el segundo día de batalla, con el ejército unionista dispuesto al sur de la ciudad, en Cemetery Hill, mientras esperaban el siguiente movimiento del temido general Lee.


El general Lee


Al comienzo de ese 2 de Julio de 1863 se encontraban bajo el mando del general unionista George Meade seis de las siete divisiones que formaban el Ejército del Potomac. Ésta era su disposición:

· I Cuerpo, comandado por el general John Newton

· XI Cuerpo, al mando del general Howard

· XII Cuerpo del general Henry W. Slocum

· II Cuerpo del general Hancock

· III Cuerpo, al mando del general Daniel Sickles

· V Cuerpo, comandado por el general George Sykes

Las fuerzas restantes, el VI Cuerpo del general John Sedgwick se encontraba todavía a 50 kilómetros de Gettysburg.

Las fuerzas confederadas, por su parte, se hallaban divididas en tres grandes grupos. En la parte oriental de Gettysburg, de Norte a Sur, desde Seminary Ridge hasta Devil’s Den, se disponían dos Cuerpos de Ejército. El Primero, al mando del teniente general James Longstreet, comprendía tres divisiones y una reserva de artillería, totalizando cerca de 21.000 hombres, y se disponía en una línea al sur frente a las defensas unionistas en Rose Woods y al sur de éstas en Devil’s Den. El Tercero tenía como comandante al teniente general Ambrose P. Hill, con tres divisiones y artillería, contando casi 27.000 efectivos, y estaba dispuesto al norte, frente a en Seminary Ridge. En la parte occidental, al norte, en Cemetery Hill, se encontraba el Segundo Cuerpo de Ejército al mando del teniente general Richard Ewell, y comprendía otras tres divisiones y otra reserva de artillería, totalizando cerca de diez mil hombres. Dichas fuerzas se habrían completado con la división de caballería del general J.E.B. Stuart, quien seguía en pos de sus propios objetivos.


El general Longstreet sugirió a Lee que el ejército abandonara sus posiciones y envolviera el flanco izquierdo de los unionistas, cortando las comunicaciones del general Meade, para luego mantener pequeñas batallas, como se había previsto. El comandante en jefe rechazó tal propuesta, considerando que abandonar unas posiciones que había costado tanto tomar perjudicaría la moral de las tropas, y queriendo además seguir contando con la iniciativa. Tras sus espectaculares victorias anteriores, Lee confiaba en poder llevar a sus tropas a la victoria de nuevo.

Al Sur de la ciudad de Gettysburg las tropas unionistas seguían emboscadas en Cemetery Hill. Tras la decisión de Ewell de no atacar, el ejército de la Unión se había hecho fuerte en sus defensas. Cemetery Hill dominaba la ciudad de Gettysburg y el camino hacia Washington. Las líneas de suministro de los del Norte pasaban por aquel estratégico enclave. Lee decidió que las tropas de Longstreet subieran a través de Cemetery Ridge y atacaran Cemetery Hill desde el sur mientras Ewell avanzaba desde el norte de la ciudad para reforzar al Primer Cuerpo. Ambos generales protestaron, y Lee trazó un nuevo plan: Ewell conduciría un pequeño ataque de diversión contra Culp’s Hill, lo que evitaría que se pudiera reforzar Cemetery Hill mientras esta zona era atacada por Longstreet. En caso de que se presentara la oportunidad Ewell convertiría su pequeño ensayo en un toda una ofensiva.


Con un informe de inteligencia incompleto debido a la ausencia de la caballería de Stuart, Lee dispuso un ataque sorpresa para Longstreet, utilizando dos divisiones que se moverían a izquierda y derecha de la carretera de Emmitsburg. La división del general Anderson, perteneciente al Tercer Cuerpo, atacaría el centro de la defensa en Cemetery Hill en el momento apropiado. Mientras Lee trazaba sus planes el general unionista Meade había ordenado al general Sickles y su III Cuerpo que se trasladaran a cierta posición en Cemetery Hill, a la izquierda del II Cuerpo. Sickles así lo hizo, pero al mediodía se trasladó sin permiso a una zona alta a un kilómetro de su posición original, para evitar que fuera usada por los confederados como base para la artillería como ya hicieran en Chancellorsville. Se creaba así otro peligroso saliente en la defensa de la Unión. Cuando Meade se enteró estalló en cólera, pero poco se pudo hacer. El ataque de Lee estaba a punto de comenzar.


Longstreet esperó, sin embargo, a que una última brigada completara sus fuerzas, antes de comenzar a mover sus tropas, en una marcha más lenta de lo habitual pues trataban de no ser localizados por los observadores enemigos emplazados en Little Round Top. A las cuatro de la tarde las fuerzas de Longstreet surgieron de su escondite para observar horrorizados cómo delante de ellos se encontraba el III Cuerpo de Ejército del general Sickles. El general Hood trató entonces de que Longstreet alterara los planes, pero éste decidió seguir el patrón de Lee, lo que obligó a Hood a atacar más hacia el este de lo planeado.

Tras media hora de preparación artillera la división de Hood se apostó al sur de Seminary Ridge en una doble línea de dos brigadas cada una. Arengó a sus tropas y les ordenó que avanzaran hacia ciertas cumbres, cruzando a la izquierda de la carretera. Más tarde una bomba alcanzó a Hood, arrancándole un brazo y dejándole fuera de servicio. Su división quedó sin mando y siguió avanzando hacia el Este, cuando debieran haberlo hecho hacia el Norte.

El extremo izquierdo del III Cuerpo, situado en Devil’s Den, estaba formado por seis regimientos y dos compañías al mando del general J. H. Hobart Ward. Sin tiempo para haber preparado defensas, sus tropas fueron atacadas por los confederados durante una larga y sangrienta hora. En los primeros treinta minutos uno de los regimientos perdió a la mitad de sus hombres, incluyendo a su coronel al mando. Dos regimientos separados anteriormente del avance confederado cruzaron el valle del Plum Run, amenazando el flanco de Ward, donde había dos regimientos (el 4 y el 124 de Nueva York) que defendían la artillería unionista. Ward reforzó su ala izquierda con un regimiento del de la derecha. El comandante en jefe de la 124, el coronel Van Horne Ellis, y su comandante, decidieron contraatacar y montaron sus caballos para guiar a las tropas. Ambos cayeron muertos y su regimiento hubo de retirarse a sus posiciones con fuertes pérdidas.

A la derecha del III Cuerpo Hood detectó un hueco en la línea defensiva de la Unión. Una brigada de Anderson se lanzó contra esa fisura en la que se encontraba la brigada unionista del general francés Régis de Tobriand. Ante el amenazante avance de los confederados los unionistas hicieron una muralla defensiva de cadáveres y aguantaron heroicamente en sus posiciones hasta que los confederados se retiraron.

Dos nuevos regimientos confederados, el 2º y el 17º de Georgia, rodearon el flanco de Ward mientras aguantaban el fuego artillero de la Unión. Los regimientos siguieron avanzando, y ante la imposibilidad de que las brigadas que le defendían pudieran hacer algo para remediarlo, las tropas se retiraron, dejando varias piezas de artillería en manos confederadas.

David B. Birney, uno de los dos comandantes en jefe del III Cuerpo de Ejército de la Unión, comenzó a buscar refuerzos desesperadamente. Logró enviar a dos regimientos al valle del Plum Run para frenar el avance confederado sobre el debilitado flanco de Ward. La presión sobre las tropas de Ward acabó siendo excesiva, y éste ordenó la retirada. El eje de la batalla giró hacia noroeste, en Rosewoods, mientras al este cinco regimientos confederados atacaban Little Round Top.


Little Round Top era una de las dos colinas rocosas que se extendían al sur de Gettysburg. Tras el cambio de posición de Sickles, la colina había quedado sin defensa. Devil’s Den había caído, lo que hacía aun más peligrosa la situación en Little Round Top. Meade envió a su jefe de ingenieros, el general de brigada Gouverneur K. Warren, a la colina para que estudiara la situación sobre el terreno. Al llegar tan sólo encontró a unos pocos hombres del Cuerpo de Señales. Con la bayoneta calada, desde el horizonte, las tropas confederadas habían iniciado el asalto a Little Round Top. Warren mandó despachos urgentes para que reunieran a todas las fuerzas disponibles que encontraran. Comenzaba uno de los asaltos más famosos de toda la Guerra de Secesión.

El general del V Cuerpo, George Sykes, envió un mensaje a su I División, al mando del general Barnes, para que defendiera la colina. Pero el mensajero encontró antes al coronel Strong Vincent, al mando de cuatro regimientos de la I División, quien sin esperar a mandato alguno salió a posicionarse en Little Round Top. Con tan sólo diez minutos de diferencia, las tropas de Vincent llegaron a la colina antes que los confederados. Vincent dispuso rápidamente a los regimientos y esperó. Ordenó al coronel Joshua Chamberlain, comandante del 20º Regimiento de Maine, situado a la izquierda, que aguantara en sus posiciones a toda costa.


La primera carga confederada no tardó en llegar, y los unionistas aguantaron. Chamberlain ordenó a parte de su regimiento que se formara en ángulo respecto a la línea principal para evitar ser flanqueados por los confederados. Durante otros noventa minutos el 20º de Maine aguantó dos cargas más. En lo que iba a ser la carga final, Chamberlain se encontraba con un reducido número de tropas, y lo que era peor, sin munición. Ordenó entonces a sus tropas en el flanco izquierdo que calaran las bayonetas y avanzaran. Dicho flanco había retrocedido, así que cuando logró avanzar y se alineó con el resto del regimiento Chamberlain generalizó la orden. Se inició entonces una desesperada carga de bayoneta por parte de los unionistas (algunos atribuyen dicha carga a un teniente y no a Chamberlain) que pasaría a la historia, y que entonces salvaría a Little Round Top de caer en manos confederadas.


Entorno a las cinco de la tarde el ataque de Hood seguía progresando mientras que la otra pieza de la ofensiva de Lee, el general Lafayette McLaws, había quedado atrás. Siendo hora de ponerse a la altura de Hood, Longstreet lanzó a las brigadas de McLaws a través de un campo de trigo contra las delicadas posiciones del III Cuerpo. Muros de piedra, montículos, una granja, todo se utilizaba como parapeto mientras las tropas de los dos bandos luchaban en aquel solitario campo.

Los unionistas recibieron refuerzos del V Cuerpo al mando del general James Barnes. Mientras las brigadas de Hood y McLaws seguían atacando, Barnes tomó una polémica decisión, desplazándose hacia el norte en dirección a Wheatfield Road. Las tropas unionistas restantes, al descubierto, hubieron de seguirle, con lo que quedó una via abierta para que los confederados penetraran en el campo de trigo. Las tropas unionistas entraron en retirada, mientras los confederados se desperdigaban por el campo. Al caer la tarde, contando con nuevos refuerzos, los unionistas contraatacaron y llevaron a los agotados confederados de nuevo al otro lado del campo de trigo.

El colapso del III Cuerpo llegó con el ataque de la división del Richard H. Anderson que atacó a lo largo de Emmitsburg Road, desde Peach Orchard, al norte del campo de trigo, hasta Cemetery Ridge. Su ofensiva comenzó con el avance de cinco brigadas que hicieron imposible para el general Humphreys, del III Cuerpo, mantener sus posiciones, aunque logró mantener una retirada ordenada. Mientras, en Cemetery Ridge, Meade y Hancock apenas contaban con refuerzos para repeler el ataque. El largo avance de las tropas sudistas les obligó en un determinado momento a reorganizarse, lo que aprovechó Hancock para mover una brigada de su II Cuerpo y expulsar a una brigada de McLaws fuera de Emmitsburg Road.

Tras detectar a otra brigada confederada que amenazaba con penetrar por un hueco a través de las líneas unionistas, Hancock tomó la primera brigada que tuvo disponible, la 1ª de Minnesota, que guardaba un puesto artillero. Hancock ordenó al coronel de la brigada, mientras señalaba a la bandera confederada, que tomara aquellos colores. La 1ª de Minnesota se lanzó con las bayonetas caladas contra los confederados, sufriendo enormes bajas, aunque finalmente la brigada confederada fue obligada a retroceder. En las postrimerías de la batalla en aquel día más acciones singulares se produjeron en Culp’s Hill y Cemetery Hill, que se saldaron con empates técnicos entre ambos contendientes. A las diez y media de la noche el campo de batalla volvía a quedar en silencio.

Esa noche Meade reunió a sus oficiales en un gabinete de guerra en el que expuso su decisión, telegrafiada a Washington, de permanecer en el campo de batalla a pesar de los duros ataques confederados. Finalizada la reunión, el comandante en jefe del Ejército del Potomac se llevó a parte al general John Gibbon, al mando del II Cuerpo, prediciéndole que al día siguiente Lee atacaría en su frente. Tras haberlo intentado en los dos flancos, Meade estaba convencido de que el general sudista lo intentaría en el centro. En el campamento confederado los oficiales y su comandante, Lee, estaban igual de meditabundos, pues no habían logrado expulsar a los nordistas de sus posiciones.


Al amanecer del viernes 3 la línea del ejército de la Unión se extendía desde las colinas Round Top y Little Round Top, al sur, siguiendo la línea de Cemetery Ridge hasta Cemetery Hill, en el punto norte, y girando en Culp’s Hill en lo que constituía la línea oriental unionista. Peach Orchard, Wheatfield (la zona del campo de trigo) y Devil’s Den habían quedado en manos de Lee.

El estratega virginiano tenía planeado renovar sus ataques siguiendo las pautas trazadas el día anterior. Sin embargo en Culp’s Hill los federales abrieron una pesada línea de fuego artillero contra las fuerzas confederadas. Dos brigadas del Norte trataron de expulsar a los confederados de sus posiciones sin éxito. Sin embargo, Lee había perdido la opción de ser el primero en dar el golpe. En Culp’s Hill los combates se sucedieron hasta cerca del mediodía. Los confederados, tras la sorpresa inicial, lanzaron varias oleadas de ataques contra las colinas en las que se apostaban los unionistas sin éxito alguno. Los sudistas sufrieron graves pérdidas, sobretodo a causa de la mayor potencia de fuego artillero de los del Norte.

Lee cambió sus planes. Ordenó a Longstreet que se pusiera al mando de una de sus divisiones más seis brigadas del Cuerpo que comandaba Hill, para que, como había predicho Meade, atacara la zona central de la línea defensiva unionista. La ofensiva se inició con el rugido de más de 150 piezas de artillería confederada batiendo las posiciones de la Unión. La artillería unionista no respondió, ahorrando munición para el esperado ataque de infantería de Longstreet.

Alrededor de las 3 de la tarde doce mil soldados confederados se lanzaron durante 1.200 metros hacia Cemetery Ridge en lo que se ha conocido como “Pickett’s Charge” (la carga de Pickett). Ése fue el momento en que la artillería unionista abrió fuego. Los soldados del II Cuerpo se unieron disparando sus mosquetes y rifles. Momentáneamente los confederados lograron abrir una brecha en un pequeño muro de piedra, pero los unionistas lanzaron refuerzos en ese punto y cerraron ese hueco. El ataque confederado fue repelido, tras dejar casi a la mitad de sus efectivos en esos 1.200 metros que separaban las líneas confederadas de Cemetery Ridge. Mientras, a cinco kilómetros de la ciudad de Gettysburg, el general Stuart y su caballería, esperando aprovechar cualquier éxito de la infantería, se acababa enfrentando con una división de caballería federal más otra brigada de caballería, al mando de un tal George Custer. Stuart quedó inmovilizado y no pudo apoyar a la infantería de Lee.

Quién sí pudo participar con sus hombres a caballo en la batalla fue el general Judson Kilpatrick, quien tras saber de los éxitos que estaban cosechando los federales lanzó desde el Sur su caballería contra la infantería de Longstreet.


Mientras el tercer día de batalla se apagaba Cemetery Ridge se colapsaba con los cadáveres de los soldados, especialmente aquellos vestidos de gris. Las pérdidas confederadas habían sido enormes, incluyendo la de los oficiales. El general George Pickett, quien da nombre a la famosa carga, había dejado a 2.700 hombres en el campo de batalla. Muchas otras divisiones sufrían pérdidas similares, variando de entre unos centenares a más de dos mil.

Temiendo que Meade lanzara enseguida un contraataque, Lee comenzó a organizar a los soldados que regresaban a Seminary Ridge para organizar una línea defensiva. Cuando le ordenó al desconsolado general Pickett que aprestara su división para la defensa, éste le contestó: “General Lee, no tengo división alguna”.

En el otro bando el cauteloso Meade nunca llegó a lanzar la temida contraofensiva. Aunque los confederados se habían llevado la peor parte, las tropas federales habían sufrido también incontables bajas; las tropas de Meade estaban agotadas y su fuerza combativa estaba al límite. Al amanecer del cuarto día ambos bandos se dedicaron a observar como los camilleros recogían del campo de batalla a los muertos y heridos. Ese 4 de julio, fiesta nacional de la otrora unida nación, en otro punto de la geografía estadounidense, el general Ulysses Grant aceptaba la rendición del fuerte de Vicksburg tras un largo asedio. El río Mississippi estaba prácticamente en manos federales. Lee había desangrado a sus últimas tropas en Gettysburg. Tras unos últimos e inútiles intercambios de pequeños ataques y escaramuzas entre los dos bandos, al caer la tarde el silencio reinaba finalmente en Gettysburg. El día 5, mientras la lluvia caía incesantemente conformando una triste estampa para los confederados, Lee y su ejército levantaban su campamento para regresar a Virginia. Meade salió en persecución de Lee, aunque de forma casi nominal. A pesar de las peticiones del general en jefe Halleck y del propio presidente y comandante en jefe, Lincoln, para que persiguiera y destruyera las fuerzas de Lee antes de que cruzara el Potomac, Meade continuó con su lenta persecución de las derrotadas tropas confederadas, guardando respeto al caballero de Virginia y sus hombres, quienes habían luchado tan valientemente como sus hermanos al otro lado del frente.

La batalla de Gettysburg había terminado, y con ella la invencibilidad de Lee y las esperanzas de supervivencia para la Confederación. Atrás quedaban, como doloroso recuerdo para ambos bandos de una misma nación, cerca de cien mil hombres que habían dado su vida en una absurda lucha fraticida, probablemente la peor de todas las guerras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enhorabuena, menudo post.

También tengo bastante afición a las fotos antiguas. Hace unas semanas, casualmente busqué fotos de la Guerra Civil Americana y encontré esta página, igual te interesa:

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