Los grandes personajes de la historia, y sobre todo aquellos enmarcados en grandes dinastías, con frecuencia únicos en su generación, no suelen tener un digno sucesor. Muchos reyes y guerreros ilustres fueron sucedidos por mediocres personajes que poco tenían que ver con sus progenitores. Por otro lado, todo aquello que da forma a un ser sobresaliente sobre los demás no siempre es tenido en cuenta. Y cuando uno indaga sobre los ancestros de los grandes nombres que perfilan la historia, a veces puede uno llegar a la conclusión de que en determinados momentos es la propia naturaleza la que marca el momento y el lugar para que los cimientos de la historia sean conmovidos por la obra de un ser humano dotado de peculiares dotes que escapan al común mortal. Sin duda, éste no es el caso de Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno. Toda la vida del gran conquistador macedonio, sus motivos, sus actos, y las consecuencias que éstos tuvieron en el posterior devenir de la historia, podría difícilmente disgregarse de la de su padre. Para entender el por qué hay que conocer, aunque sea someramente, la historia de Filipo, padre del gran conquistador.
Filipo II, padre del famoso Alejandro Magno, fue el menor de varios hermanos, descendientes todos ellos del rey macedonio Amintas III. Durante su infancia, Filipo vivió en la poderosa Tebas en calidad de rehén. Allí aprendió arte militar, política y diplomacia del general tebano Epaminondas, quién en aquellos confusos tiempos estaba llevando la historia de Grecia a una nueva etapa. Filipo fue puesto a cargo de Pamenes, otro general tebano, con quién se dice tuvo relaciones sexuales. Pamenes era un gran defensor del Batallón Sagrado de Tebas, una tropa de élite formada por 150 parejas de homosexuales (se consideraba que así los soldados de este batallón lucharían más y mejor).
A la muerte del rey Amintas se había producido un período de inestabilidad debido a la lucha por el poder entre las diversas facciones familiares. A la muerte de Alejandro II le siguió la del regente Ptolomeo, llevando al trono a Perdicas III, otro de los hermanos de Filipo. En el año 359 a.C. Perdicas fallecía luchando contra los Ilirios. Fue entonces cuando Filipo II llegó al poder, en un principio en calidad de regente.
El ambicioso rey macedonio se encontró una difícil situación tras llegar al trono. La derrota ante los Ilirios y el empuje de tracios y panonios amenazaban con constreñir al pequeño reino. Tras deshacerse de estos enemigos, ya fuera militarmente o por medio de la diplomacia, Filipo se dedicó a reformar todo aquello que consideró oportuno. Leyes, política, Estado. Deshacerse de rivales, implantar el servicio militar obligatorio; construir, en definitiva, una nueva Macedonia con la que pudiera llevar a cabo su grandiosa visión de una nueva Grecia.
Aprovechando la conocida como Guerra Social Filipo se hizo con el control de la colonia ateniense de Anfípolis, y las minas de oro del monte Pangeo, que en el futuro le proporcionarían pingües recursos para levantar un gran ejército (recursos que aumentarían todavía más cuando la ciudad de Crenidas cayó en poder macedonio).
Junto con esos recursos, lo que llevó a Filipo II a levantar (consciente o inconscientemente) un imperio fue la falange. Basada en la falange tebana, las innovaciones que Filipo introdujo en este nuevo tipo de formación militar la convirtieron en un instrumento bélico imparable, y que constituyó la base no sólo de sus éxitos sino de los de su hijo Alejandro. Por otro lado, el extraordinario desarrollo de la maquinaria bélica bajo el reinado de Filipo también contribuyó enormemente a la espectacular sucesión de éxitos que hicieron de Macedonia la primera potencia militar de su tiempo.
Filipo expandió Macedonia hacia el mar, rechazó a tracios y, a pesar de sufrir algunas derrotas en Tesalia, ésta acabó cayendo bajo su poder. Durante algún tiempo la Grecia central se resistió al gran hombre. El paso de las Termópilas, tomado por los focidios, impidió a Filipo atravesarlo durante varios años, con lo que no pudo doblegar a Atenas. Cuando, tras algunas tretas y pactos, finalmente las tropas macedonias pudieron atravesar dicho paso, su irresistible avance logró su objetivo: Atenas se avino a firmar la paz.
El sueño de Filipo de una Grecia unida bajo su mando parecía cada vez más cerca. Organizó tratados, intervino donde se le llamó o cuando lo creyó necesario, y puso y depuso reyes cuando creyó que hizo falta. La influencia y poder de Macedonia era incontestable.
Sin embargo, en Atenas, el político Demóstenes clamaba contra la política de los "bárbaros" macedonios y exigía una guerra total para acabar con Filipo. El preocupante aumento de la zona acción del rey macedonio parecía dar la razón al ateniense. La frágil paz se rompió de nuevo.
Tras unos titubeantes pasos, Filipo consiguió dar un golpe definitivo en la batalla de Queronea (338 adC), derrotando a atenienses y tebanos. Una inteligente magnanimidad le ganó muchas simpatías, y tras formar la Liga de Corinto (una asociación de estados griegos) bajo directa influencia de Macedonia, la victoria de Filipo II era total.
Sin embargo, el macedonio no viviría mucho para ver su obra. Tras divorciarse de su esposa Olimpia, Filipo se casó con otra mujer. Durante la celebración de la boda, mientras se dirigía al teatro, Filipo fue asesinado por uno de sus guardaespaldas, Pausanias. Los motivos tras este magnicidio siguen siendo debatidos a día de hoy por los historiadores.
Tras su muerte, su hijo Alejandro le sucedió y en pocos años construyó un fugaz imperio sobre el antiguo Imperio Persa que cambiaría el destino de los territorios comprendidos a ambos lados del Mar Egeo. Se ha especulado con la idea de si Filipo II también albergó el plan de perseguir el viejo sueño heleno de una victoria total sobre los persas, aunque hoy en día parece más que confirmado que el siguiente paso del rey habría sido caer sobre el vasto territorio de los Jerjes y Artajerjes. Si habría tenido el mismo éxito que Alejandro, cada cual tendrá su opinión. Lo que es seguro es que dejó en manos de su hijo todas las herramientas necesarias para llevar a cabo tan grande proeza militar.
11 comentarios:
Me encanta tu web. La tomo com revista, sólo quería que lo supieras.
Yo, igual que el anuncio ése de la tele que dice: ¡me lo llevo!, sólo que lo mío con este blog es: ¡me lo copio!.
Besos.
Mmm, a este pasó tendré que ir poniendo una cuenta para donaciones... xD
vamos... que vas a cobrar entrada, cachis, ves con la tontería se me olvido el comentario, besitos
He aprendido mucho leyendo esta entrada,me encanta Alejandro y ahora que conozco a su padre tengo una visión mas completa
¡Interesantísimo y MUY ameno! Cuánto trabajo de documentación y de redacción tiene una entrada como ésta: enhorabuena de nuevo.
Gracias gente; con estas entradas que llevan su trabajo se agradecen estos comentarios. ¡Saludos!
Jair:
Desde mi punto de vista Filipo II
fue mejor que su hijo Alejandro, el fue quien construyo ese imperio tan poderoso
Recién me enteré de que Filipo quiso conquistar Bizancio, pero fracasó. Se cuenta que un intento de ataque nocturno lo desbarató la luz lunar, por lo que los bizantinos escogieron la Luna como símbolo que les representara.
graxias a esto logre aser mi tarea geniaaaalll!
Holas, me encanto tu posteo, hace un par de semanas estoy leyendo una biografia novelada sobre alejandro magno, ela utor es gisbert haefs autor aleman...
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